Es
tiempo de Navidad.
Tiempo
de tradiciones, de cenas en familia, de celebraciones y regalos.
Tiempo,
en definitiva, de disfrutar. Es fácil observar en cualquier centro
comercial o
en cualquier plaza de una ciudad a
cientos de personas que buscan ese regalo perfecto para ayudar a Papá
Noel o los Reyes Magos, según los hábitos de cada uno. Si
les
miramos con más detenimiento, veremos
que
comprueban precios, van de un sitio a otro a veces con actitud
cansada, otra enfadada, la mayoría feliz y sonriente cuando parece
que han dado con el presente perfecto.
¿Pero
que hay detrás de todos ellos?
Si
pudiéramos ver más en su interior creo que encontraríamos algo muy
distinto. Siempre he sido de la idea de que simplificar tanto la
Navidad como para reducirla al consumismo era un acto de miopía psicológica. Porque todos sabemos que cuando
una persona compra objetos para ser feliz lo hace para tener una
satisfacción que de otra forma no tiene.
¿Qué
creo que nos lleva entonces a comprar para otros? ¿Dónde está la
diversión?
En
algo, a mi parecer, tan antiguo como el ser humano: hacer felices a
los que queremos.
Tal
vez muchos solo vean compradores potenciales, otros verán gente de
poca o ninguna capacidad de decisión, pero yo creo que todos ellos
tienen el mismo sentimiento y persiguen el mismo objetivo.
Todos
quieren, queremos, hacer dichosos a nuestros seres queridos. Y en
este mundo en que vivimos en el que la carne no hace falta cazarla,
el calzado no hace falta coserlo y los abalorios vienen en cajitas
con lazo, en lugar de salir al monte a hacernos con una buena pieza
para que nuestra amada se haga un abrigo para el invierno, compramos
una caja de perfume para que se sienta hermosa y dichosa. Compramos
sueños, esperanzas. Compramos alegría y felicidad.
Y
Papá Noel o los Reyes Magos riegan cada casa de cajas, en algunas
muchas, en otras pocas, pero todas ellas con el mismo regalo dentro:
amor e ilusión.
Cuando
este año rompáis el papel de los regalos, mirad los ojos de
vuestros padres, hijos y los que os rodean, porque en ellos sin duda
encontraréis el brillo de la Navidad.
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